En la primera sesión que tuvimos con
Gonzalo analizamos cómo abordar la destreza de expresión escrita en lengua
extranjera. En general todos compartimos la misma experiencia de haber
trabajado la producción escrita como producto, por nuestra cuenta, en casa.
Tradicionalmente no se trabajaba en clase, sino que se encargaba a los alumnos
como tarea que debían realizar de forma autónoma. Digo tradicionalmente, pero
en muchos casos sigue siendo así. En el caso de esta destreza en concreto, ya
no solo entra en juego el tipo de metodología que queramos aplicar, sino la
restricción temporal. Trabajar la producción escrita como proceso, siguiendo
las etapas reales que intervienen en el proceso de escritura de forma que el
alumno reciba feedback no solo del producto final, sino del desarrollo de los
distintos mecanismos que operan para su realización, puede parecernos mucho más
provechoso, pero requiere mucho tiempo, algo muy preciado y escaso a la vez. No
obstante, creo que merece la pena poner en práctica el trabajo de la producción
escrita en clase, al menos de vez en cuando. Para superar la falta de tiempo,
también podemos recurrir a las TIC, de forma que haya un feedback y que el
profesor tome parte de ese intercambio de ideas (puesta en común mediante
brainstorming), así como de las modificaciones y sugerencias de los alumnos
sobre un texto escrito. En este sentido tratar la producción escrita como
trabajo cooperativo puede ser muy valioso y constructivo para nuestro alumnado.
En la sesión diferenciamos el enfoque de
la enseñanza de la escritura como proceso y como producto, asimilando este
último con un mayor énfasis en la corrección gramatical, con el análisis de la
tipología textual para poder producir el texto imitando, con el trabajo
autónomo del alumno y la corrección de la mayor parte de errores gramaticales
por parte del profesor, que determinará si el producto escrito merece un
aprobado o un suspenso. Ahora bien, esta dicotomía es muy exagerada, pues
presenta dos enfoques extremos. Personalmente, no creo que la elaboración de un
texto específico con un formato tipo y unas convenciones regulares (donde la
tipología textual está muy clara y donde su previo análisis es útil para la
aplicación posterior de esas convenciones textuales), se contradiga con la
elaboración de varios borradores o con que el profesor no se centre únicamente
en los aspectos lingüísticos. Puede y debe haber un equilibrio entre aspectos
lingüísticos y contenido, al igual que hay tipos de producción escrita que se
dan más que otros a ciertos aspectos de un enfoque u otro. Evidentemente, si
estamos trabajando la correspondencia (cartas o emails) va a ser especialmente
importante que los alumnos identifiquen y clasifiquen una serie de estructuras
clave (por ejemplo el encabezado, las formas para la despedida, etc) o que
consigan diferenciar rasgos del registro formal e informal. Si por el
contrario, proponemos una actividad de escritura más libre, dando por ejemplo
una primera frase que los alumnos deben continuar, probablemente la estructura
del texto, así como el contenido, sean más libres.
Lo que sí me ha parecido es que podemos
explotar la destreza de la escritura en el aula de muchas formas. No solo
dedicar una clase a la producción de un texto, sino que podemos hacer que usen
la escritura como parte del aprendizaje de aspectos gramaticales o de léxico,
que tomen notas mientras realizan una escucha o que organicen una intervención
oral premeditadamente, mediante la toma de notas. De hecho, en mi experiencia
como alumna, he escrito mucho más para aprender otros aspectos lingüísticos,
que para aprender a escribir. Me refiero a la realización de ejercicios donde
se nos pedía que escribiéramos oraciones con un tiempo verbal concreto, u oraciones donde introdujéramos el vocabulario trabajado, o donde
reconstruyéramos oraciones.
Por otro lado, algo que no me había
planteado es la escritura cooperativa. Desde luego me parece muy productiva:
por un lado, les hace tomar consciencia de la importancia de la planificación,
de lo mucho que se puede mejorar un texto revisando, haciendo modificaciones y
reescribiendo y a la vez pueden compartir ideas para la primera etapa, así como
corregirse y mejorar los unos a los otros sus producciones escritas. Esto me
parece que compensa, por un lado, porque los que no son tan ocurrentes o tienen
problemas para enfrentarse a un folio (o una pantalla) en blanco pueden
inspirarse con la puesta en común de ideas en clase (o por medio de alguna
plataforma online) y por otro, porque les permite revisar sus trabajos de forma
crítica (muchas veces no somos capaces de distanciarnos lo suficiente de un
texto elaborado por nosotros mismos como para ver errores o sugerir mejoras).
Es una forma de que se produzca una interacción entre alumnos por medio de la
escritura, por ejemplo que se pasen e intercambien notas, que se intercambien
emails... y una oportunidad muy buena para que se fomente la capacidad de
llegar a un acuerdo (se puede negociar el contenido de un texto, de un
comunicado, de una carta, de una crítica...). Incluso podemos establecer un
intercambio de mensajes instantáneos por chat, ya que esta también es una
variedad de escritura (aunque simule más la comunicación oral), como puede
serlo el intercambio de whatsapp o de sms. Para la escritura como proceso de
aprender a escribir, podemos proponer actividades muy distintas, no solo la
elaboración de una redacción con un objetivo predeterminado, sino ejercicios
más originales como que escriban lo que les hace pensar una canción, que describan
imágenes, que se imaginen una historia o un diálogo a partir de una imagen o
del conjunto de algunas secuencias fílmicas.
Además de hacer que la escritura se
relacione en la medida de lo posible con situaciones relevantes para nuestros
alumnos y de que sean interesantes y entretenidas, me ha parecido relevante el
hecho de que el público al que va dirigido un escrito sea real, de forma que se
potencie la sensación de logro y de motivar a los alumnos para que se esmeren,
pues habrá lectores reales. En este sentido, puede resultar útil el uso de
blogs, de páginas web o el simple de hecho de colgar en el aula físicamente
alguna presentación escrita o mural de los alumnos.
Otro aspecto interesante es que el
profesor debe ser claro a la hora de dar instrucciones, asegurándose de que los
alumnos disponen de la información necesaria y proporcionando modelos. El
análisis del input puede ser indispensable según qué tipología textual queremos
que los alumnos trabajen. El profesor, por su parte, no solo debe dar
instrucciones, sino crear las condiciones idóneas para que se generen ideas,
para que los alumnos encuentren la actividad útil, además de proporcionar ayuda
y de dar feedback. También es el profesor el que tendrá que corregir los
escritos de sus alumnos, aunque podemos crear un sistema de co-evaluación para
que unos se corrijan a otros sin que sea el profesor el que intervenga de forma
directa.
Think green and positively! |
En cuanto a la corrección de los trabajos
escritos, sigo teniendo mis dudas de cuál es la mejor práctica. Sí estoy
convencida de que debemos indicar aspectos positivos de los trabajos, y no
corregir yendo en busca de los errores somo si fuera una caza de brujas.
Podemos centrarnos en algunos aspectos y discriminar errores como tales, de
forma que no busquemos el escrito perfecto, sino que destaquemos cosas que a
cada alumno en concreto le conviene mejorar. Igualmente, debemos destacar el
buen uso de la lengua (si lo hay) o una buena presentación o selección del
contenido (información interesante, buena estructuración, originalidad...).
También es esencial, o a mí me lo parece, que tengamos en cuenta a la hora de
corregir, cuál es el objetivo comunicativo del escrito o cuál es el objetivo de
que realicen la tarea (podemos decidir no evaluar la gramática en alguna ocasión),
así como el momento del proceso de aprendizaje y el nivel de nuestro alumnado.
Por otro lado, lo que sí tengo claro es que conviene alejarse de la práctica de proporcionar feedback directivo como regla general. Hay momentos en que es mucho más
formativo que el feedback sea facilitativo, que permita al alumno reflexionar
sobre el error y autocorregirse. En relación a la autocorrección, me pareció
especialmente interesante la presentación de nuestra compañera Aida, en la que
nos habló de la técnica de "Do it wrong" mediante la cual los alumnos
escriben cometiendo errores a propósito para posteriormente reflexionar sobre
los errores y finalmente corregirlos y escribir correctamente. Además, deberíamos pensar en una forma constructiva de señalar errores y añadir notas de aspectos positivos del trabajo escrito de nuestros alumnos. ¿Puede haber algo más desmoralizador que recibir una redacción invadida de color rojo?
Finalmente, es importante proponer al
alumnado actividades para desarrollar subdestrezas de la escritura, como la
caligrafía, la ortografía, la puntuación, el uso de elementos de cohesión o el
conseguir que el contenido sea relevante. que piensen en la estructuración del
texto, etc. Por ejemplo, podemos presentarles a los alumnos un texto segmentado
en partes desordenadas para que lo ordenen o un texto sin puntuación para que
lo puntúen, hacer que relacionen frases resumen con distintos párrafos en base
a su contenido, que marquen la frase clave de cada párrafo, que rellenen un texto con conectores (fill in the gaps)...
Esquema de contenidos |
Como conclusión, decir que hay numerosas
formas de trabajar la escritura en el aula, de proponer un trabajo escrito y de
motivar a los alumnos con actividades distintas y originales.
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