lunes, 17 de noviembre de 2014

Distintos alumnos, distintos modelos de actuación didáctica

Once upon a time.... From kids to adults

En mi experiencia personal como docente, he enseñado inglés a niños de muy temprana edad (uno y dos años) donde la metodología venía totalmente establecida por el centro. Sobra decir que con los niños pequeños la enseñanza de una lengua extranjera es totalmente distinta y ya hemos mencionado en clase la importancia de juegos, canciones y cuentos. En el centro donde yo estaba, con niños tan pequeños (podríamos hablar de bebés en el caso de los de un año) se primaba un enfoque de inmersión total donde en el aula los niños estaban expuestos únicamente a la lengua inglesa. Los de un año venían a clase con sus madres o padres y entre todos se proponían una serie de actividades dirigidas que hacía que los niños generasen respuestas (no siempre orales), sino corporales (acciones, gestos...) a partir de input en inglés. Los 45 minutos de clase que teníamos los niños (grupo de un máximo de 5 alumnos) jugaban y compartían objetos los unos con los otros, siendo siempre el profesor el que dirige el desarrollo de las actividades y su duración (extremadamente corta siempre; gran variedad de actividades de duración muy corta). En estas situaciones de aprendizaje es evidente que la creación de una atmósfera segura y de gran empatía hacia los niños es imprescindible para que la sesión se pueda llevar a cabo. También se potenciaba que los padres repitiesen lo que el profesor decía, para animar a los niños a responder cuando el profesor no era capaz por sí solo de generar una respuesta en el niño. Las canciones, el story-telling y la presencia de colores, juguetes y personajes es esencial  para motivar a estos alumnos de tan temprana edad.
 ¿Funciona esta metodología? Yo no soy experta ni mucho menos, pero lo que yo vi fue que los niños tan pequeños son capaces de relacionar las instrucciones con las acciones (siempre ayudados por lo gestual y lo visual, por supuesto), son capaces de repetir y producir lenguaje cuando el contexto comunicativo es muy claro y se les ha expuesto a este repetidamente (no con una corrección total, evidentemente; muchos de mis alumnos no hablaban aún ni su lengua inicial). Pero la realidad es que comienzan a comunicarse en la lengua extranjera. Personalmente creo que es una buena práctica, porque al menos están expuestos a la lengua desde pequeños. Creo que lo más importante es, como ya comenté, la esfera emocional de la lengua (la actitud hacia el alumno y el ambiente en el aula), la manipulación de objetos y el movimiento (cuando son tan pequeños necesitan manipular y su capacidad de atención es, como ya sabemos, muy limitada) y el audiolingüismo. Hay aptitudes que se requieren para este tipo de didáctica por parte del docente: empatía, paciencia, cariño, teatralidad, naturalidad y gran capacidad para motivar. Cuando te gustan los niños, desde luego, es una experiencia muy gratificante, por no mencionar mil anécdotas con las que te ríes muchísimo viendo la reacción de los niños.

Por otro lado, llevo más de dos años dando clases in-company. Mi anterior experiencia no aporta mucho al aprendizaje de lengua extranjera para fines específicos, porque más allá de seguir un manual con un enfoque más profesional, de ambiente de trabajo y viajes, no adaptaba las clases a necesidades específicas, porque tampoco se me pedía; no era alumnos que necesitaran el inglés para el trabajo, aunque fueran cursos propuestos por la empresa en que trabajaban. Sin embargo, desde hace dos meses, sí que me enfrento a otro tipo de situación: alumnos de empresas donde se pretende que usen la lengua extranjera para ser capaz de cumplir funciones lingüísticas en relación a sus funciones laborales.
Para ser sincera, me está resultando un poco duro por distintos motivos. Es muy difícil encontrar un manual que se adapte a las necesidades específicas de los alumnos, tengo que desarrollar mis clases con un enfoque comunicativo (primando la capacidad de comunicación antes que la corrección) y hacer clases donde prime el speaking y el task-based learning (o aprendizaje por tareas). La metodología es learn by doing, que me parece muy adecuada para alejarnos del enfoque gramatical o comparativo con la lengua inicial de los alumnos. Personalmente, en mi caso se me exige que mis clases tengan una estructura muy clara (pequeña revisión de contenidos de la clase anterior, presentación de la función comunicativa de cada día, práctica oral dirigida y una última fase de producción (producción oral más libre por medio de roleplays (jeux de rôle) u otras actividades de producción oral más libre). La gramática se convierte en una herramienta, pero cuyo uso imperfecto no debe frenar la capacidad de los alumnos de comunicar. Entramos en el eterno debate: fluency vs. accuracy (la fluidez frente a la corrección).

Por mi experiencia y lo que he aprendido con el curso de Cambridge de formación de profesorado de inglés como lengua extranjera para adultos, creo que lo importante es establecer dos fases en una clase: una en la que se hagan ejercicios y actividades más dirigidas donde los alumnos deban poner en práctica el target language (ya sea structures o vocabulary) y otra fase en la que tengan que aplicar ese lenguaje en un contexto comunicativo real de forma más libre. En la primera, el profesor se supone que puede y debe corregir al alumno si comete errores relacionados con el contenido objeto de esa clase o errores que no debería cometer dependiendo del nivel que tenga. Es decir, la corrección debe centrarse en lo que nos interesa que aprendan en cada clase, porque si no, podemos caer en el error de sobrecorregir al alumno (corrigiendo errores de cualquier tipo) y frenar su motivación y su participación, cuando lo que queremos es que hable, que se arriesga y que cometa errores, pues es necesario en todo proceso de aprendizaje. Por otro lado, durante la fase de práctica más libre, lo ideal es observar sin interrumpir a los alumnos mientras hablan, pero tomar notas, no solo de los errores o del mal uso de vocabulario o estructuras, sino también ejemplos de un buen uso de la lengua. Dejar un tiempo al final para poner en común lo trabajado y analizar errores y buenos usos de la lengua de forma colectiva es muy productivo. Lo ideal es que se produzca un aprendizaje cooperativo, donde unos aprendan de los otros y el profesor los ayude a autocorregirse y a mejorar su uso de la lengua. Algunos problemas pueden ser el tipo de dinámica de grupo que proponemos para una actividad. Si un alumno habla mientras el resto escucha, esto puede prolongarse y provocar que el resto de compañeros se impacienten (especialmente cuando el nivel de algún alumno es inferior al del resto y tiene más problemas para hablar con fluidez y con una velocidad aceptable). Cuando trabajan en parejas, algunos alumnos pueden sentirse ofendidos por no sentir que se está escuchando y supervisando todo lo que dicen y cómo lo dicen. En este sentido es bueno explicar la forma en que trabajamos, es decir, dejar claro que el profesor va a ir monitorizando la actividad atendiendo a todos los grupos, pero que no se preocupen si no todos escuchan lo que el resto dicen, ya que muchas veces se producen conversaciones simultáneas en el aula al haber distintas agrupaciones de alumnos y es imposible. Algunos, por el contrario, prefieren este tipo de actividad en que no están tan expuestos y tienen más oportunidad de expresarse sin temor a cometer errores delante del profesor y del resto de la clase. Creo que es importante hacerles entender que solo el hecho de que practiquen la lengua los unos con los otros les va a ayudar mucho a mejorar su fluidez. 

Volviendo al establecimiento de objetivos específicos útiles para el alumno y su contexto laboral, creo que en general lo que se intenta es hacer que consigan desarrollar competencia lingüística en contextos que sean relevantes. Para ello no siempre tenemos por qué saber el léxico específico de cada área de trabajo (en un mismo grupo podemos encontrarnos con un director de recursos humanos, un técnico de calidad y un empleado del departamento de ventas). Se pueden intercalar de vez en cuando clases que traten con léxico y necesidades comunicativas más específicas para cada puesto de trabajo, pero en general se intentarán que consigan alcanzar objetivos comunicativos en el plano general, cuyo lenguaje vayan a poder aplicar en distintos contextos, por ejemplo: aprender a negociar (mostrar acuerdo y desacuerdo), hacer peticiones, hacer reclamaciones, conversaciones telefónicas de distintos tipos… Son muchas las actividades que se pueden proponer, pero creo que la tarea del profesor es mayor que con otro tipo de alumnado, pues hay que conocer bien las necesidades de los alumnos e intentar cubrirlas del mejor modo posible. Por supuesto, lleva más trabajo seleccionar los materiales adecuados y adaptarlos al grupo de alumnos que uno tenga. Personalmente, me parece que supone un reto bastante grande, pero creo que como todo, con ganas, dedicación y con la experiencia que uno va cogiendo, el profesor puede llegar a obtener muy buenos resultados por parte de los alumnos.


Espero leer experiencias similares y distintas que hayáis tenido y por supuesto, cualquier comentario, crítica o diferencia de opinión será bienvenida. 

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