Once upon a time.... From kids to adults
En mi experiencia personal como docente, he
enseñado inglés a niños de muy temprana edad (uno y dos años) donde la
metodología venía totalmente establecida por el centro. Sobra decir que con los
niños pequeños la enseñanza de una lengua extranjera es totalmente distinta y
ya hemos mencionado en clase la importancia de juegos, canciones y cuentos. En
el centro donde yo estaba, con niños tan pequeños (podríamos hablar de bebés en
el caso de los de un año) se primaba un enfoque de inmersión total donde en el
aula los niños estaban expuestos únicamente a la lengua inglesa. Los de un año
venían a clase con sus madres o padres y entre todos se proponían una serie de
actividades dirigidas que hacía que los niños generasen respuestas (no siempre
orales), sino corporales (acciones, gestos...) a partir de input en inglés. Los
45 minutos de clase que teníamos los niños (grupo de un máximo de 5 alumnos)
jugaban y compartían objetos los unos con los otros, siendo siempre el profesor
el que dirige el desarrollo de las actividades y su duración (extremadamente
corta siempre; gran variedad de actividades de duración muy corta). En estas
situaciones de aprendizaje es evidente que la creación de una atmósfera segura
y de gran empatía hacia los niños es imprescindible para que la sesión se pueda
llevar a cabo. También se potenciaba que los padres repitiesen lo que el
profesor decía, para animar a los niños a responder cuando el profesor no era
capaz por sí solo de generar una respuesta en el niño. Las canciones, el
story-telling y la presencia de colores, juguetes y personajes es
esencial para motivar a estos alumnos de tan temprana edad.
¿Funciona
esta metodología? Yo no soy experta ni mucho menos, pero lo que yo vi fue que
los niños tan pequeños son capaces de relacionar las instrucciones con las acciones
(siempre ayudados por lo gestual y lo visual, por supuesto), son capaces de
repetir y producir lenguaje cuando el contexto comunicativo es muy claro y se
les ha expuesto a este repetidamente (no con una corrección total,
evidentemente; muchos de mis alumnos no hablaban aún ni su lengua inicial). Pero
la realidad es que comienzan a comunicarse en la lengua extranjera. Personalmente
creo que es una buena práctica, porque al menos están expuestos a la lengua
desde pequeños. Creo que lo más importante es, como ya comenté, la esfera
emocional de la lengua (la actitud hacia el alumno y el ambiente en el aula),
la manipulación de objetos y el movimiento (cuando son tan pequeños necesitan
manipular y su capacidad de atención es, como ya sabemos, muy limitada) y el
audiolingüismo. Hay aptitudes que se requieren para este tipo de didáctica por
parte del docente: empatía, paciencia, cariño, teatralidad, naturalidad y gran
capacidad para motivar. Cuando te gustan los niños, desde luego, es una
experiencia muy gratificante, por no mencionar mil anécdotas con las que te
ríes muchísimo viendo la reacción de los niños.
Por otro lado, llevo más de dos años dando clases
in-company. Mi anterior experiencia no aporta mucho al aprendizaje de lengua
extranjera para fines específicos, porque más allá de seguir un manual con un
enfoque más profesional, de ambiente de trabajo y viajes, no adaptaba las
clases a necesidades específicas, porque tampoco se me pedía; no era alumnos
que necesitaran el inglés para el trabajo, aunque fueran cursos propuestos por
la empresa en que trabajaban. Sin embargo, desde hace dos meses, sí que me
enfrento a otro tipo de situación: alumnos de empresas donde se pretende que
usen la lengua extranjera para ser capaz de cumplir funciones lingüísticas en
relación a sus funciones laborales.
Para ser sincera, me está resultando un
poco duro por distintos motivos. Es muy difícil encontrar un manual que se
adapte a las necesidades específicas de los alumnos, tengo que desarrollar mis
clases con un enfoque comunicativo (primando la capacidad de comunicación antes
que la corrección) y hacer clases donde prime el speaking y el task-based
learning (o aprendizaje por tareas). La metodología es learn by doing, que me
parece muy adecuada para alejarnos del enfoque gramatical o comparativo con la
lengua inicial de los alumnos. Personalmente, en mi caso se me exige que mis
clases tengan una estructura muy clara (pequeña revisión de contenidos de la
clase anterior, presentación de la función comunicativa de cada día, práctica
oral dirigida y una última fase de producción (producción oral más libre por
medio de roleplays (jeux de rôle) u otras actividades de producción oral más libre). La
gramática se convierte en una herramienta, pero cuyo uso imperfecto no debe
frenar la capacidad de los alumnos de comunicar. Entramos en el eterno debate:
fluency vs. accuracy (la fluidez frente a la corrección).
Por mi experiencia y lo que he aprendido con el curso de
Cambridge de formación de profesorado de inglés como lengua extranjera para
adultos, creo que lo importante es establecer dos fases en una clase: una en la
que se hagan ejercicios y actividades más dirigidas donde los alumnos deban
poner en práctica el target language (ya sea structures o vocabulary) y otra
fase en la que tengan que aplicar ese lenguaje en un contexto comunicativo real
de forma más libre. En la primera, el profesor se supone que puede y debe
corregir al alumno si comete errores relacionados con el contenido objeto de
esa clase o errores que no debería cometer dependiendo del nivel que tenga. Es
decir, la corrección debe centrarse en lo que nos interesa que aprendan en cada
clase, porque si no, podemos caer en el error de sobrecorregir al alumno
(corrigiendo errores de cualquier tipo) y frenar su motivación y su
participación, cuando lo que queremos es que hable, que se arriesga y que
cometa errores, pues es necesario en todo proceso de aprendizaje. Por otro
lado, durante la fase de práctica más libre, lo ideal es observar sin
interrumpir a los alumnos mientras hablan, pero tomar notas, no solo de los
errores o del mal uso de vocabulario o estructuras, sino también ejemplos de un
buen uso de la lengua. Dejar un tiempo al final para poner en común lo
trabajado y analizar errores y buenos usos de la lengua de forma colectiva es
muy productivo. Lo ideal es que se produzca un aprendizaje cooperativo, donde
unos aprendan de los otros y el profesor los ayude a autocorregirse y a mejorar
su uso de la lengua. Algunos problemas pueden ser el tipo de dinámica de grupo
que proponemos para una actividad. Si un alumno habla mientras el resto
escucha, esto puede prolongarse y provocar que el resto de compañeros se
impacienten (especialmente cuando el nivel de algún alumno es inferior al del
resto y tiene más problemas para hablar con fluidez y con una velocidad
aceptable). Cuando trabajan en parejas, algunos alumnos pueden sentirse
ofendidos por no sentir que se está escuchando y supervisando todo lo que dicen
y cómo lo dicen. En este sentido es bueno explicar la forma en que trabajamos,
es decir, dejar claro que el profesor va a ir monitorizando la actividad
atendiendo a todos los grupos, pero que no se preocupen si no todos escuchan lo
que el resto dicen, ya que muchas veces se producen conversaciones simultáneas
en el aula al haber distintas agrupaciones de alumnos y es imposible. Algunos,
por el contrario, prefieren este tipo de actividad en que no están tan
expuestos y tienen más oportunidad de expresarse sin temor a cometer errores
delante del profesor y del resto de la clase. Creo que es importante hacerles
entender que solo el hecho de que practiquen la lengua los unos con los otros
les va a ayudar mucho a mejorar su fluidez.
Volviendo al establecimiento de objetivos
específicos útiles para el alumno y su contexto laboral, creo que en general lo
que se intenta es hacer que consigan desarrollar competencia lingüística en
contextos que sean relevantes. Para ello no siempre tenemos por qué saber el
léxico específico de cada área de trabajo (en un mismo grupo podemos encontrarnos
con un director de recursos humanos, un técnico de calidad y un empleado del
departamento de ventas). Se pueden intercalar de vez en cuando clases que
traten con léxico y necesidades comunicativas más específicas para cada puesto
de trabajo, pero en general se intentarán que consigan alcanzar objetivos
comunicativos en el plano general, cuyo lenguaje vayan a poder aplicar en
distintos contextos, por ejemplo: aprender a negociar (mostrar acuerdo y
desacuerdo), hacer peticiones, hacer reclamaciones, conversaciones telefónicas
de distintos tipos… Son muchas las actividades que se pueden proponer, pero
creo que la tarea del profesor es mayor que con otro tipo de alumnado, pues hay
que conocer bien las necesidades de los alumnos e intentar cubrirlas del mejor
modo posible. Por supuesto, lleva más trabajo seleccionar los materiales
adecuados y adaptarlos al grupo de alumnos que uno tenga. Personalmente, me
parece que supone un reto bastante grande, pero creo que como todo, con ganas,
dedicación y con la experiencia que uno va cogiendo, el profesor puede llegar a
obtener muy buenos resultados por parte de los alumnos.
Espero leer experiencias similares y distintas
que hayáis tenido y por supuesto, cualquier comentario, crítica o diferencia de
opinión será bienvenida.
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